Uno de los ejemplos que se utiliza con mayor frecuencia para poder explicar cómo funciona la habituación en los procesos sensoriales , es lo que sentimos cuando colocamos la mano bajo el agua.
Si colocamos la mano bajo el agua fría durante un tiempo la sensación de temperatura cambiará por completo. De estar helada, pasará a estar a temperatura agradable, o a no ser percibida como desagrabable.
Este proceso se da porque nuestros receptores táctiles, es decir , los que están en nuestra piel, tienen la facultad de adaptarse, o bajar la intensidad de respuesta , cuando una estimulación se mantiene de forma continuada. Si esto no fuera así, nuestro cerebro tendría que estar en alerta continuamente, afectando al procesamiento de las señales.
Y es esto precisamente lo que se produce cuando se da un caso de alteración de la sensibilidad sensorial. Los receptores no generan adaptación de una forma tan rápida como es lo esperable, sino que las sensaciones pueden mantenerse durante mucho más tiempo, manteniendo al sistema continuamente en alerta. Una alerta que va a ir dirigida a realizar comportamientos compensatorios que reduzcan la intensidad de la señal.
En casos, en los que la sensibilidad es adecuada, recibimos un estímulo intenso, y si no es considerado dañiño, la señal se apaga para poder procesar otros estímulos. Cuando hay alteración de la sensibilidad, el estímulo se percibe como intenso , pero la señal no desaparece, por lo que el cerebro cree que no es positiva , y comienza a realizar diversas conductas para poder reducir la intensidad. Es decir, lo que no puede hacer el receptor, que es apagar la señal, lo hace el cerebro, a través de comportamientos compensatorios.
Estos comportamientos pueden ir desde aumento de movimiento, hasta conductas autoestimulatorias y lesivas.
Cuando trabajamos los aspectos sensoriales , tenemos que incidir sobre la capacidad de adaptación de los receptores. Esto se consigue estableciendo una línea base a partir de la cual aparecen las reacciones de adaptación, e intentando generar habituación por la exposición prolongada a estímulos sensoriales concretos.
Cuando se tiene reacción a un estímulo concreto, eliminar el contacto con ese estímulo , solo aumentará la dificultad para la adaptación. Se deben programar exposiciones controladas y dosificadas para poder generar habituación. Recordad que las neuronas siguen evolucionando toda la vida de la persona , luego la sensibilidad sensorial y la habituación se pueden trabajar se tenga la edad que se tenga.
Otro de los factores que puede aumentar esta reactividad del sistema es la alimentación. Pensad solo cuando estáis pasando un proceso digestivo complejo. LLeváis días sin ir al baño, o con dolores , ¿cómo reacciona el cuerpo? Pues con mayor activación o alerta porque se está protegiendo. Nuestro cuerpo es muy sabio , y siempre va a tender a la protección, en primer lugar. Todos los procesos biológicos tenderán a aumentar los procesos sensoriales.
Por ello, para iniciar trabajo en esta esfera, necesitamos conocer estado de salud y nivel de habituación a los estímulos. Así , podremos hacer un correcto tratamiento.
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